jueves, 19 de abril de 2007

Discurso del Embajador de Cuba en México, Jorge Bolaños Suárez.

- Discurso del Embajador de Cuba en México,
Jorge Bolaños Suárez, en el otorgamiento de la
Medalla “Emiliano Zapata” al Comandante en Jefe,
Fidel Castro Ruz.

Abril 13, 2007.

Estimado amiga Dra. Margarita Zapata, presidenta de la Fundación Emiliano Zapata, y familiares aquí presentes;

Estimado amigo Gustavo Carvajal Moreno;

Estimada Dra. Patricia Galeana;

Estimado Sr. Plutarco Emilio Carrillo;

Estimados miembros de la Fundación de Estudios e Investigación “Emiliano Zapata”;

Estimados amigos:

Resulta un alto privilegio participar en tan señalada ceremonia para otorgar al Compañero presidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros de la República de Cuba, Dr. Fidel Castro Ruz, la Medalla “Emiliano Zapata”, que confiere la honorable Fundación que lleva su nombre.

Es también un gran honor recibirla de sus manos, estimada Doña Margarita.

Decir Emiliano Zapata en cualquier rincón de nuestra América, en cualquiera de nuestras lenguas, significa evocar la figura más atrayente de cuantos encabezaron la Revolución Mexicana, evocar al revolucionario vertical, al hombre de una sola pieza que se mantuvo en pie de lucha contra los sucesivos gobiernos que no concedían al pueblo las transformaciones sociales tantas veces prometidas.

Significa hombre puro, revolucionario ardiente. Significa valor sin ambiciones e integridad total.

Es difícil, por no decir imposible, encontrar espacios en la historia de nuestros pueblos que no se crucen o que no se aproximen.

El compañero Fidel, honrado con tan distinguida medalla, es el autor y, junto al pueblo, el motor indetenible de la Revolución Cubana, que a pesar de la furia del imperio, hizo, a pocos meses de su triunfo, que la tierra fuera una pertenencia del pueblo y de la nación, lo que nos recuerda la máxima de “Tierra y Libertad” por la cual luchara y muriera el insigne símbolo de la lucha agraria mexicana.

Los vínculos de Zapata con los cubanos, comienzan a partir de la presencia en sus filas, de Prudencio Casalez, oriundo de Cuba, que se unió a las filas insurrectas como periodista, médico y combatiente.

Se estrechan, con la presencia de su representante en La Habana, General Genaro Amezcua.

En los intercambios epistolares entre ambos, el hombre del “Plan de Ayala” deja ver, con claridad, el valor que concedía a la solidaridad cubana en el combate a los enemigos internos y externos y acerca de la tarea de hacer la tierra, tal como la concebía José Martí.

CITO: “El tesoro común que a todos iguala, por lo que no se le ha de ceder, ni fiar a otro, ni hipotecar jamás”.

Justamente, el Primero de Mayo de 1918 el periódico habanero “El Mundo” dio a conocer una valiosa carta firmada por Zapata dirigida a Amezcua, donde, entre otras cosas señalaba:

“… por los recortes que se sirve adjuntarme quedo impuesto de la benévola acogida que en la prensa de La Habana han tenido las declaraciones hechas por usted, acerca de los fines que perseguimos; son índices inequívocos de que los cubanos se dan cuenta de la importancia de este movimiento regenerador y simpatizan con él abiertamente …”.

En otro trecho de la misiva manifiesta: “… celebro que en ese país hermano del nuestro repercutan y dejen hondas huellas las reivindicaciones gallardamente sostenidas por el pueblo campesino en esta república de México…”.

Más adelante, con gran visión sobre la importancia de la solidaridad internacional, Zapata escribe: “… mucho ganaríamos, mucho ganará la humana justicia, si todos los pueblos de nuestra América comprendieran que la causa del México revolucionario y la causa de la Rusia irredenta son y representan la causa de la humanidad y el interés supremo de los pueblos oprimidos”.

No hacen falta mayores comentarios para entender la visión y pensamiento de este profundo luchador mexicano.

Estimados amigos y compañeros:

México, su historia, sus revolucionarios y su pueblo ocupan un lugar de influencia indeleble en las diferentes etapas de lucha de nuestro pueblo; las estancias en suelo mexicano de Martí, de Mella y de Fidel son ejemplos elocuentes que lo confirman.

Por todo ello, deseo expresarles con modestia, que aprecio este valioso y significativo reconocimiento a nuestro Comandante en Jefe, como una genuina manifestación que atesora la amistad perenne de dos pueblos hermanos.

Permítanme también decirles, con la mayor humildad, que la entiendo como un sincero homenaje por parte de la Fundación “Emiliano Zapata” a la virtud del revolucionario cabal, al hacedor de Patria, de justicia social e inspirador de generaciones de luchadores revolucionarios a lo largo de nuestra región y del mundo; a un hombre que se levanta invencible ante el imperio, ante la explotación de los pueblos y a favor de un mundo más justo y mejor. A un amigo entrañable de México.

Muchas gracias en su nombre por este fraterno homenaje.

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